viernes, 31 de diciembre de 2010

EL OFICIAL DEL EJÉRCITO

Un oficial del ejército preguntó a unos reclutas por qué se empleaba la madera de nogal para fabricar las culatas de los rifles.
- Porque tiene mayor resistencia, dijo uno.
- ¡Falso!
- Porque tiene mayor elasticidad, dijo otro.
- ¡Falso!
- Porque tiene más brillo que otras maderas…, aventuró un tercero.
- ¡No seáis estúpidos!, dijo el oficial. ¡Se emplea la madera de nogal porque así está estipulado en las Ordenanzas!.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Aunque a muchos les cueste admitirlo, casi todo el mundo se deja llevar, quizá porque pensar le da pereza, implica un riesgo y te calienta la cabeza. Resulta curioso y puede que vergonzoso comprobar por qué cuantas más opciones tenemos para elegir y más reflexiva es la sociedad en la que vivimos, apenas reflexionamos y menos nos decidimos. Por eso, me niego a representar un papel solidario porque lo diga el puto calendario pues, como me enseñó un «alumbrado» amigo mío, Dios es hombre alavés y estoy segura de que también es mujer, o sea que, sea en primavera o en otoño, es de donde quiere y hace siempre lo que le sale del moño. Y además, paso de hacer regalos de mala gana porque me da por saco aumentar la cuenta de los que viven del cuento y repugna a mi alma republicana. Ya ves, soy una idealista a la que le importa un comino no saber a dónde va, pero estoy en camino.

lunes, 20 de diciembre de 2010

EL NACIMIENTO

Un hombre se encontraba en la sala de espera de una clínica de maternidad. La enfermera se acercó y le dijo:
- Sé que usted esperaba un niño pero siento decirle que ha sido niña
Y el padre replicó:
- Bueno, la verdad es que no me importa demasiado porque ya suponía yo que, si no era niño, iba a ser niña.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Sea o no consciente de ello, la mayoría de la gente transita por un mundo tan sumamente polarizado como presuntamente ideologizado en el que muy a menudo se ve obligada a manifestar una adhesión incondicional cuando no inquebrantable a unos postulados que parece que siempre han estado ahí sin que nadie los haya inventado. Cuando se analiza cómo son las cosas o las personas se puede llegar a entenderlas y si valoramos por qué son de una determinada manera entonces nos hacemos capaces de comprenderlas, sin que eso implique una justificación o tomar partido por una opción. Y es que la única realidad que se ha de considerar como naturalmente dicotómica es el sexo y todo lo demás admite no sólo diferentes grados sino también su negación y su contrario, ya que se puede no ser rica, inteligente, femenina o agraciada sin que eso suponga necesariamente ser pobre, idiota, marimacho o desdichada. Así pues, yo no sé si voy o vengo ni si por el camino me enredo o me entretengo porque los que no saben pensar llaman al entretenimiento felicidad y para aquellos que se creen felices el aburrimiento es su enfermedad.

domingo, 5 de diciembre de 2010

EL PRESERVATIVO

Recuerdo que cuando tenía como dieciséis años, fui a comprar un paquete de condones. La empleada de la tienda era muy bonita, y se dio cuenta de que yo era completamente novato en esas cuestiones. Me entregó el paquete y me preguntó si sabía cómo usarlos. Yo le contesté con sinceridad:
- No.
Así es que abrió el paquete, tomó uno de los condones y se lo puso en el pulgar.
Ella me dijo que me asegurara de que quedara bien ajustado y seguro. Yo, aparentemente, lucía confundido. Ella revisó la tienda. Estaba vacía. Y me dijo:
- Espérate un minuto.
Se dirigió a la puerta y la cerró con llave. Tomándome de la mano, me llevó a la trastienda, se desbotonó la blusa y se la quitó. Se desabrochó el sostén y lo dejó al lado. Y me preguntó:
- ¿Estás excitado?
La verdad es que yo era tan bobo, que todo lo que pude hacer fue asentir con la cabeza. Me dijo que ya era hora de ponerse el condón. Mientras yo me lo ponía, ella se quitó la falda y las pantaletas, y se acostó en el escritorio.
- Dale, que no tenemos mucho tiempo, me ordenó.
Yo me subí y fue fantástico. Desafortunadamente no duré mucho, y en unos pocos minutos, todo había terminado. Ella se me quedó mirando con el ceño fruncido y me preguntó:
- ¿Te pusiste el condón?
- Por supuesto, le dije, mientras le enseñaba el pulgar.

(“Extraído del Libro de la Vida”)

Con relativa frecuencia una se encuentra con gente muy dada a exhibir sus cualidades y habilidades sin que nadie se las reclame, corriendo el riesgo innecesario de ir por lana y salir trasquilada. Y es que los abusos no suelen dar muy buenos resultados, ni siquiera en términos de generosidad, por lo que es preferible ser moderadamente infelices que emborracharse de gusto, ya que la resaca puede hundir en una apatía de la cual, con la edad, cuesta más recuperar. Por otro lado, también es cierto que a veces los excesos pueden ayudar a evitar adquirir determinados hábitos. Una alternativa a considerar es echar mano de la imaginación para poder anticipar las vivencias en un espacio virtual que permita probar sin causar daño, experimentar sin dolor y equivocarse sin producir víctimas. Así que no te estés, porque lo más frustrante de ser vieja es que, aunque te sepas casi todas las respuestas, no sirve de nada porque ya nadie te las pregunta.

domingo, 7 de noviembre de 2010

EL HERRERO

Un viejo herrero confió a un amigo que su padre, herrero como él, siempre había querido que su hijo siguiera su misma profesión, mientras que la madre abrigaba la ilusión de que su hijo fuera dentista.
- ¿Y quieres que te diga una cosa?: estoy encantado de que mi padre se saliera con la suya porque, si hubiera sido dentista, me habría muerto de hambre. Y puedo demostrártelo.
- ¿Cómo?, preguntó el amigo.
- He estado en esta herrería durante treinta años y, en todo este tiempo, ni una sola vez me ha pedido nadie que le sacara una muela.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Cuántas veces hemos escuchado, e incluso invocado, el dicho de «vive como piensas o acabarás pensando como vives». Y, sin embargo, dedicamos una parte considerable de nuestro tiempo a buscar, si no inventar, argumentos que justifiquen, al menos ante nosotros mismos, la vida que llevamos. Mas, cuando una está convencida de algo, aunque sea sin conocimiento de causa, no necesita razones y lo que diga puede no tener sentido para los demás, ya que no precisa de lógica alguna. Por eso, a riesgo de parecer irracional y no es porque sea un animal, prefiero que me tachen de crédula o confiada, pues hace años que dejé de calentarme la cabeza tratando de entender por qué, justamente a mí, me tocó ser yo.

domingo, 24 de octubre de 2010

LA RESPUESTA CORRECTA

En cierta ocasión, el Maestro puso en evidencia a sus discípulos sirviéndose de la siguiente estratagema:
Entregó a cada uno una hoja de papel y les pidió que hicieran constar en ella la longitud exacta de la sala en la que se encontraban.
Casi todos ellos escribieron cifras en torno a los cinco metros. Dos o tres añadieron además la palabra «aproximadamente».
El Maestro les dijo:
- Ninguno ha dado la respuesta correcta.
- ¿Y cuál es la respuesta correcta?, le preguntaron.
- La respuesta correcta, dijo el Maestro, es: no lo sé.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Aunque dice la sabiduría popular que el que tiene boca se equivoca, muchas veces sería preferible mantener la boca cerrada, por si las moscas. El sistema democrático se nos presenta como un conjunto de creencias que consagran la ignorancia como valor y, en su inútil pretensión de igualarlo todo, convierte por decreto ley a sus envalentonados e incautos adeptos en una rancia y sumisa grey. Por eso, no conviene confundir la posibilidad que todo el mundo tiene de aprender de los errores cometidos con la necesidad de expresar una opinión que no pasa de ser una mera ocurrencia y que, en la mayoría de los casos, se traduce en un insulto a una más que maltrecha inteligencia. Además, con el paso del tiempo, una se da cuenta de que no siempre el mejor beso es el que aún no se ha dado ni la última palabra es la que queda por decir. No obstante, y sólo por si acaso, ahí va la mía: puta vida.

martes, 21 de septiembre de 2010

INTERROGACIONES

- ¿Por qué acudiste al Maestro?
- Porque mi vida no iba a ninguna parte ni me daba nada.
- Y, ¿adónde va ahora tu vida?
- A ninguna parte.
- Y, ¿qué te da ahora?
- Nada.
- Entonces, ¿cuál es la diferencia?
- Ahora no voy a ninguna parte, porque no hay ninguna parte adonde ir; y no obtengo nada, porque no hay nada que desear.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Al margen y en contra de lo que cabría esperar, no todas las emociones que experimenta el ser humano brotan en él de manera natural. Mientras que el amor, el odio o la envidia afloran espontáneamente y son de carácter instintual, la indiferencia es un sentimiento construido y constructivo, que lleva un tiempo para ser adquirido y requiere una elaboración intelectual. Porque se puede sentir aprecio o aversión hacia lo que no se conoce de la misma forma que se puede envidiar lo que no se tiene, pero paradójicamente solamente podemos mostrarnos indiferentes hacia aquello de lo que poseemos algún tipo de vivencia. Tal vez sea éste el modo menos imperfecto de mirar y tirar hacia delante sin tener que arrastrar un pasado que se mastica, repite y, si no se vomita, resulta machacante. Por eso, recuerda muy de vez en cuando que eres única…, exactamente igual que todos los demás, y no te satures pues sólo los ineptos rinden siempre al máximo de sus posibilidades.

martes, 31 de agosto de 2010

LAS HUELLAS

Érase una vez un hombre que tenía miedo de sus huellas. De modo que, en lugar de caminar, se puso a correr, con lo que únicamente consiguió aumentar el número de sus huellas. Lo que tendría que haber hecho era detenerse.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Por paradójico que nos parezca, el ser humano es limitado en sus posibilidades pero no en sus aspiraciones, y eso le suele llevar a anhelar constantemente nuevas experiencias, indagar otras formas y tratar de anticipar sus vivencias. El resultado casi siempre es una senso-percepción de frustración que aumenta el sentimiento tanto de necesidad como de insatisfacción. Tal vez lo más acertado sería suprimir los afanes producidos por el deseo de modo que, aunque no se llegue a ser un poco más dichoso, se consiga un estilo de vida menos tenso y desventurado. Por eso, convendría recuperar esa actitud infantil que, en lugar de generar expectativas o esbozar hipotéticas proyecciones de futuro, vive cada momento como si fuera un feliz descubrimiento, capaz de sorprender y hacer aflorar la emoción. Sé, pues, realista, busca lo imposible y hasta lo improbable, y piensa que si no encuentras la solución, es porque quizás seas parte del problema.

martes, 10 de agosto de 2010

EL LIMPIA-VENTANAS

El Maestro vivió durante una temporada, poco después de casarse, en el décimo piso de un edificio de apartamentos. Un día, cuando su joven mujer salió de la ducha para coger una toalla, vio que al otro lado de la ventana estaba mirándola fijamente el encargado de limpiar los cristales del edificio. Ella se quedó como clavada en el suelo, incapaz de mover un solo músculo, debido a la sorpresa.
Al cabo de un minuto, el individuo rompió el hechizo:
- ¿Qué pasa, señora? ¿Nunca había visto a un limpia-ventanas?  
(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)
Resulta una obviedad afirmar que el hecho de participar en una misma situación no significa que las personas implicadas en ella la analicen e interpreten desde una posición compartida. De esta manera, el recuerdo dichoso de lo vivido puede llevar a recrearse en la contemplación de las huellas de un ayer que se antoja cercano y se rememora con cariño, pero la experiencia, casi siempre amarga, de lo perdido empuja a pasar página, arrojándose al olvido, y a mirar al incierto futuro, aunque sea con un andar renqueante e inseguro. Y es que la felicidad no es una mera cuestión de cantidad o de perspectiva, en función de que se considere que el vaso está medio lleno o casi vacío. Lo fundamental radica en si se es o no feliz, es decir, si se ve o no a través del vaso, sobre todo, cuando se vive en un mundo de plástico en el que lo único que se recicla realmente son los propósitos sin cumplir y los deseos por satisfacer. Vamos, que no te puedes parar porque todo tiempo pasado fue, como todo el mundo sabe, anterior y porque detrás de un hombre puede haber una mujer… u otro hombre.

sábado, 31 de julio de 2010

EL BUENAZO


Cuando murió, el señor Buenazo tuvo que aguardar a la puerta del cielo mientras los ángeles examinaban los archivos referidos a él. Finalmente, el ángel encargado del registro le miró y exclamó:
- ¡Esto es fabuloso! ¡Es realmente inaudito! ¡En toda tu vida no has cometido ni un solo pecado, ni el más pequeño…! ¡No has hecho más que actos de caridad! ¿En qué categoría vamos a incluirte en el cielo? Por supuesto que no en la categoría de ángel, porque no lo eres… Tampoco podemos considerarte un ser humano, porque no has tenido ni una sola debilidad… No hay más remedio que enviarte de nuevo a la tierra durante un día, para que al menos puedas cometer un pecado… y regresar aquí como un ser humano.
Así fue como el señor Buenazo, disgustado y totalmente perplejo, se encontró de nuevo en una esquina de su ciudad, decidido a alejarse al menos un paso del sendero recto y estrecho.
Pasó una hora…, dos…, tres…, y allí seguía el señor Buenazo, preguntándose qué demonios tendría que hacer. Por eso, cuando una mujer pasó por allí y le hizo un guiño, el reaccionó con inusitada rapidez. La mujer no era precisamente un dechado de juventud ni de belleza, pero significaba para él su pasaporte al cielo; de modo que se fue a pasar la noche con ella.
Cuando amaneció, el señor Buenazo miró su reloj: debía darse prisa, pues no le quedaba más que media hora. Estaba vistiéndose a todo correr cuando, de pronto, se le heló la sangre al escuchar cómo la buena señora le gritaba desde la cama:
- ¡Oh, mi querido señor Buenazo, qué inmensa obra de caridad ha hecho usted conmigo esta noche!

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Con demasiada frecuencia, la gente tiende a asociar la responsabilidad y la culpa cuando realmente se trata de cuestiones bien diferenciadas e independientes, que se refieren a situaciones que no tienen por qué estar relacionadas entre sí. La primera alude a todo aquello que una hace o, estando obligada, deja de o sin hacer. La segunda pertenece a un terreno moral y/o legal, ya que una se puede sentir y/o te pueden declarar culpable, incluso de algo de lo que no eres para nada responsable. Por tanto, no conviene gastar muchas energías en darse golpes de pecho cuando ya hay otros que se encargan de echarte su mierda encima. Es más, son muchas las ocasiones en las cuales quien la jode no resulta afectado o el que la caga, al final, no la paga. Por eso, a veces me pregunto por qué Dios, en lugar de echarse la siesta el último día, no se curró un mundo aparte en el que estuvieran todos los hijos de perra que sobran de éste. Así que disfruta cada día hasta que llegue el imbécil que te lo arruine porque tener la conciencia tranquila puede ser sólo síntoma de una mala memoria.

sábado, 26 de junio de 2010

EL ACCIDENTE

Dos coches, uno conducido por una mujer y el otro por un hombre, chocaron de frente. El golpe fue tan violento que los coches quedaron completamente destrozados. Pero, increíblemente, ninguno de los dos salió lastimado. Después de bajar del coche, la mujer exclamó:

- ¡Ay, Dios mío!, mire cómo han quedado nuestros coches y milagrosamente nosotros no tenemos ni un rasguño. Debe ser una señal de Dios el que debíamos conocernos, ser amigos, vivir juntos en paz y hacer el amor por el resto de nuestros días.

El hombre contestó:

- ¡Oh, sí!, estoy completamente de acuerdo. Esto debe ser una señal divina.

La mujer continuó:

- Mire, otro milagro. Mi coche está completamente destruido pero esta botella de vino está intacta. Seguro que Dios quiere que nos la bebamos y celebremos nuestra buena suerte.

Y le entregó la botella al hombre, que movió su cabeza con gesto de aprobación. El hombre abrió la botella, bebió la mitad y se la pasó a la mujer. Ella cogió la botella, le puso el tapón y se la devolvió al hombre. Éste, contrariado, preguntó:

- Pero, ¿no va a beber?

La mujer respondió:

- No, creo que será mejor que espere a la policía…

(“Extraído del Libro de la Vida”)

La inmensa mayoría de la gente, más o menos, considera que sus experiencias afectivas son únicas pero lo cierto es que todas se vuelven tediosas y complicadas si se intenta comprenderlas. Y eso es algo que ocurre, calculando por lo bajo, en el noventa y nueve por ciento de los casos, cuando se piensa con el corazón y se siente con la cabeza, porque la lógica de los sentimientos arranca de una situación ideal para, a continuación, atravesar sus peores momentos y desembocar, con el tiempo, en una apatía aparente pues lo contrario del amor no es el odio sino la indiferencia y, a quien lo ha entregado todo, ya no le es posible ofrecer solamente algo. Lo racional, en cambio, sería ir disminuyendo progresivamente desde una posición óptima de partida a otra menos buena para terminar en una realmente negativa. Por eso, versionando a alguien que siempre disfrutó de la vida con moderación: cuando me analizo a mí misma, me deprimo pero, si me comparo con otras, me doy cuenta de que soy la ostia. Así que, a pesar de que tenga la posibilidad de tirarle los trastos a algún católico de los que ponen banderillas sin que les gusten los cuernos no estoy por la labor porque, aunque no sea diabética, me horroriza la idea de la luna de miel.

domingo, 2 de mayo de 2010

EL PERRO

El peregrino loco y un amigo suyo estaban tomándose un descanso en las escalinatas de la iglesia de un pequeño pueblo del Camino.

Mientras recobraban fuerzas apareció un perro desgarbado que, súbitamente y sin razón aparente, comenzó a girar repetidamente sobre sí mismo intentando morderse el rabo. Estuvieron viendo al animal realizar su inútil ruleta una y otra vez sin conseguir su objetivo hasta que el peregrino loco, adoptando un aire serio, le dijo a su amigo:

- ¡Cuánto nos parecemos los seres humanos a los perros!

- ¿Tú crees?, respondió el otro.

- Sí, dijo escuetamente el peregrino loco.

- ¿En qué nos parecemos?

El peregrino loco sonrió.

- En que le damos muchas vueltas a las cosas.

El otro sonrió.

- ¿Y bien?, le preguntó al loco animándole a continuar.

- Que por muchas vueltas que le demos… el rabo siempre está detrás.

(“El Camino de Santiago es el Camino de la Vida” Grian)

Por lo general y, salvo contadas excepciones, nada honrosas por cierto, todos atravesamos alguna de esas denominadas situaciones de bajón, indefinidas e inciertas, en las cuales, apelando a no sé qué supuesta y bondadosa esencia de la naturaleza canina, no desearíamos a nadie ser copartícipe de una existencia tan penosa y cansina, ya que, cuando alguien está harta de repetirse cienes y cienes de veces que no va a darle la vuelta a una experiencia determinada, en lugar de exasperarse o ser resuelta, se deprime sin querer por nada, pues, tanto si eres creyente o descreído como si estás afiliado o confundido, es triste contemplar a la mujer que se estima, tirada en un muladar con un hijoputa encima. Y, en llegando a ese lugar y no echando de menos el alcohol, a cualquiera le puede dar por cantar: que no hay nada bajo el sol que no tenga solución y que, por mal que creamos que estamos, al final, siempre nos topamos con la salida, es decir, la del quinto que, aunque nos remuerda la conciencia, vale para una emergencia, porque, sea por placer o por pura necesidad, si está de merecer, a la prima se la arrima y a la prima hermana, si rima, con más gana.