domingo, 2 de mayo de 2010

EL PERRO

El peregrino loco y un amigo suyo estaban tomándose un descanso en las escalinatas de la iglesia de un pequeño pueblo del Camino.

Mientras recobraban fuerzas apareció un perro desgarbado que, súbitamente y sin razón aparente, comenzó a girar repetidamente sobre sí mismo intentando morderse el rabo. Estuvieron viendo al animal realizar su inútil ruleta una y otra vez sin conseguir su objetivo hasta que el peregrino loco, adoptando un aire serio, le dijo a su amigo:

- ¡Cuánto nos parecemos los seres humanos a los perros!

- ¿Tú crees?, respondió el otro.

- Sí, dijo escuetamente el peregrino loco.

- ¿En qué nos parecemos?

El peregrino loco sonrió.

- En que le damos muchas vueltas a las cosas.

El otro sonrió.

- ¿Y bien?, le preguntó al loco animándole a continuar.

- Que por muchas vueltas que le demos… el rabo siempre está detrás.

(“El Camino de Santiago es el Camino de la Vida” Grian)

Por lo general y, salvo contadas excepciones, nada honrosas por cierto, todos atravesamos alguna de esas denominadas situaciones de bajón, indefinidas e inciertas, en las cuales, apelando a no sé qué supuesta y bondadosa esencia de la naturaleza canina, no desearíamos a nadie ser copartícipe de una existencia tan penosa y cansina, ya que, cuando alguien está harta de repetirse cienes y cienes de veces que no va a darle la vuelta a una experiencia determinada, en lugar de exasperarse o ser resuelta, se deprime sin querer por nada, pues, tanto si eres creyente o descreído como si estás afiliado o confundido, es triste contemplar a la mujer que se estima, tirada en un muladar con un hijoputa encima. Y, en llegando a ese lugar y no echando de menos el alcohol, a cualquiera le puede dar por cantar: que no hay nada bajo el sol que no tenga solución y que, por mal que creamos que estamos, al final, siempre nos topamos con la salida, es decir, la del quinto que, aunque nos remuerda la conciencia, vale para una emergencia, porque, sea por placer o por pura necesidad, si está de merecer, a la prima se la arrima y a la prima hermana, si rima, con más gana.