martes, 21 de septiembre de 2010

INTERROGACIONES

- ¿Por qué acudiste al Maestro?
- Porque mi vida no iba a ninguna parte ni me daba nada.
- Y, ¿adónde va ahora tu vida?
- A ninguna parte.
- Y, ¿qué te da ahora?
- Nada.
- Entonces, ¿cuál es la diferencia?
- Ahora no voy a ninguna parte, porque no hay ninguna parte adonde ir; y no obtengo nada, porque no hay nada que desear.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Al margen y en contra de lo que cabría esperar, no todas las emociones que experimenta el ser humano brotan en él de manera natural. Mientras que el amor, el odio o la envidia afloran espontáneamente y son de carácter instintual, la indiferencia es un sentimiento construido y constructivo, que lleva un tiempo para ser adquirido y requiere una elaboración intelectual. Porque se puede sentir aprecio o aversión hacia lo que no se conoce de la misma forma que se puede envidiar lo que no se tiene, pero paradójicamente solamente podemos mostrarnos indiferentes hacia aquello de lo que poseemos algún tipo de vivencia. Tal vez sea éste el modo menos imperfecto de mirar y tirar hacia delante sin tener que arrastrar un pasado que se mastica, repite y, si no se vomita, resulta machacante. Por eso, recuerda muy de vez en cuando que eres única…, exactamente igual que todos los demás, y no te satures pues sólo los ineptos rinden siempre al máximo de sus posibilidades.