- Cariño, ¿me puedes explicar por qué te has
pintado un número en el pene?, preguntó la mujer al entrar en la habitación y
ver desnudo a su marido.
- Es la fecha de caducidad, respondió él.
- ¡Pero si es la fecha de mañana!.
- Pues nada, alguien se lo tendrá que comer.
(“Extraído
del Libro de la puta vida”)
¿Quién coño quiere tener una prima con la que le toca
perder, sí o sí, cada vez que se le arrima? ¿Por qué hay que mantener a una
panda de chorizos que prometen estar a nuestro servicio pero se dedican a
dilapidar el dinero de todos en sus vicios, ya sean viajes, putas o bautizos?
Hace tiempo que tenemos la impresión de que, en cuestión de corrupción, tanto
el rey como el peón son de la misma condición. Por eso, basta ya de soportar a
una casta repleta de caspa desde el rabo hasta el asta que se gasta nuestra
pasta. Siempre hemos estado del lado de los que no votan (si no recuerdo mal,
desde el pufo de la Otan). Mas, si nos plantearamos cambiar, a riesgo sin prima
de equivocarnos, algo que sí que podemos, aunque mucho no nos aclaremos, por lo
menos sabremos que a un palmo del culo lo tenemos.