Una noche, dos amigas salieron de juerga solas,
o sea, sin sus maridos. Y al regresar de madrugada, agotadas por la borrachera,
les entraron ganas de hacer pis, pero lo único que había cerca era un
cementerio. Sin pensárselo dos veces, decidieron entrar y hacerlo allí. Al no
encontrar con que secarse, la primera usó su ropa interior y la tiró. La
segunda agarró la cinta de una corona de flores del último funeral y se limpió
con ella.
A la mañana siguiente, los dos maridos se
encuentran y uno le dice al otro:
- ¡Esto es el colmo! Mi mujer llegó anoche a
casa sin bragas a las cuatro de la mañana.
A lo que el otro contestó:
- ¡No sé de qué te quejas!. Tu mujer tan sólo
llegó sin bragas. La mía vino con una tarjeta en el culo en la que se leía:
“Nunca te olvidaremos. Con cariño, tus compañeros de trabajo”.
(“Extraído del Libro de la puta vida”)
A pesar de los muchos avances experimentados
por este mundo nuestro tan cambiante, hay algún que otro interrogante al que ni
la ciencia ni la historia han dado hasta ahora una respuesta satisfactoria. A
saber: ¿por qué no hay fútbol los viernes? La conclusión a la que he llegado en
este punto, después de calentarme un poco la olla, es que, de no ser así este
asunto, ¿cuándo se folla?. Pero hay una segunda cuestión que tiene más difícil
solución: ¿por qué la mayoría de las mujeres cuando quieren ser madres se
empecinan con casarse si para esos afanes ya no es socialmente necesario
emparejarse?. No hace falta leer sino que basta con abrir los ojos para ver que
las relaciones de pareja son asimétricas esencialmente y, por tanto, nada
rentables afectiva y económicamente pues la diferencia entre lo que se invierte
y lo que reportan, siempre arroja un saldo negativo irremediablemente. En
consecuencia, están abocadas al fracaso, a modo de conformidad en un nivel
funcional, si es el caso, y bajo la forma de ruptura desde una óptica
estructural ya que, como se suele decir, hay matrimonios que acaban bien pero
otros duran toda la vida y, aunque unos se casen por lo civil y otros por la
iglesia, todos lo hacen por idiotas. Así que, y sólo para esta ocasión, aquí va
mi recomendación: cuando no te entre…, no lo obligues, coge un martillo más
grande y verás como lo consigues.