miércoles, 12 de octubre de 2011

LA QUEJA

Después de una noche de juerga y aún de madrugada, un tipo salta de la cama para ir a orinar y, una vez en el baño, mira lo que tiene entre las manos y exclama:
- ¿Te das cuenta?, hijo de la gran puta. Cuando tú lo necesitas, ¡yo sí me levanto!.

(“Extraído del Libro de la puta vida”)

Quién no ha escuchado, si no utilizado, esa expresión tan carente de sentido pero llena de significado que dice: «jo tía, me has defraudado». De ese modo, la interpretación que se hace del propio fracaso como si fuera una decepción ajena convierte una distorsión en mera justificación. Como casi siempre la solución puede estar en elegir la mejor opción: manejar de forma adecuada las expectativas, siendo consciente de las propias limitaciones, y llevar la iniciativa para que no te toquen los cojones, o bien sentarte a esperar la primavera maldita, mientras sujetas en la boca una flor marchita y vives por la jeta, sin aspirar a ninguna meta, mascullando a cada momento con tono iracundo: que le den por culo al mundo. Por mi parte, no me atrevo a hacerte ninguna recomendación pues, siendo verdad que el único animal que da vueltas después de muerto es el pollo asado, no es menos cierto que quien madruga, se encuentra todo cerrado.