miércoles, 7 de enero de 2015

FECHA DE CADUCIDAD

- Cariño, ¿me puedes explicar por qué te has pintado un número en el pene?, preguntó la mujer al entrar en la habitación y ver desnudo a su marido.
- Es la fecha de caducidad, respondió él.
- ¡Pero si es la fecha de mañana!.
- Pues nada, alguien se lo tendrá que comer.

 (“Extraído del Libro de la puta vida”)

¿Quién coño quiere tener una prima con la que le toca perder, sí o sí, cada vez que se le arrima? ¿Por qué hay que mantener a una panda de chorizos que prometen estar a nuestro servicio pero se dedican a dilapidar el dinero de todos en sus vicios, ya sean viajes, putas o bautizos? Hace tiempo que tenemos la impresión de que, en cuestión de corrupción, tanto el rey como el peón son de la misma condición. Por eso, basta ya de soportar a una casta repleta de caspa desde el rabo hasta el asta que se gasta nuestra pasta. Siempre hemos estado del lado de los que no votan (si no recuerdo mal, desde el pufo de la Otan). Mas, si nos plantearamos cambiar, a riesgo sin prima de equivocarnos, algo que sí que podemos, aunque mucho no nos aclaremos, por lo menos sabremos que a un palmo del culo lo tenemos.

viernes, 15 de febrero de 2013

EL TEOREMA

Pitágoras no paraba mucho en su casa, y Enusa, que así se llamaba su esposa, aprovechaba tal situación para acostarse con los cuatro campesinos analfabetos que cuidaban sus tierras.
Un día que Pitágoras volvió temprano a casa, les sorprendió, mató a los cinco de un solo golpe y decidió enterrarlos en el jardín.
En consideración a su mujer, dividió el terreno por la mitad y la enterró en uno de los lados. El otro lado lo partió en cuatro trozos y enterró en ellos a los campesinos analfabetos. De esa forma, los cuatro ocupaban un espacio idéntico al que ocupaba la esposa.
Luego subió a la montaña para recapacitar sobre lo que había hecho y, observando desde la cima, encontró la solución:
«El cuadrado de la puta Enusa era igual a la suma de los cuadrados de los catetos».

 (“Extraído del Libro de la puta vida”)

Algunas personas, grupos o sociedades proponen, disponen y, cuando no, imponen maneras de pensar, sentir o hacer que podrían ser válidas para determinados momentos, pero está por ver que sean las únicas o necesariamente aceptadas pues, además, con bastante frecuencia, suelen ser equivocadas. Y hay situaciones en las cuales están tan sumamente enquistadas las posiciones que, no se puede o no sirve de nada modificar las reglas y, por tanto, se hace preciso romper el tablero y/o cambiar de juego. ¿Hasta cuándo se puede aguantar que unos pocos sigan enganchados a la teta mientras otros muchos se vayan quedando en la cuneta, sobre todo, teniendo en cuenta que ni las ocasiones perdidas ni los tiempos pasados pueden ser recuperados? Saber que, una vez terminada la partida, tanto el rey como el peón vuelven a la misma caja, no consuela y ni siquiera relaja. Como tampoco tiene sentido cerrar los ojos creyendo que no va contigo porque si vas a ciegas, ya se sabe, mierda que pisas u ostia que te pegas.

miércoles, 13 de febrero de 2013

LA REUNIÓN

Un zoófilo, un sádico, un asesino, un necrófilo, un pirómano y un masoquista estaban sentados en el jardín de un hospital psiquiátrico, sin saber cómo ocupar su tiempo.
Aburrido, el zoófilo comenta:
- ¿Y si nos follamos a un gato?
Entonces, el sádico dice:
- Sí. Nos follamos a un gato y después lo torturamos.
A eso, añade el asesino:
- Vamos a follarnos un gato, lo torturamos y después lo matamos.
Dice el necrófilo:
- Nos follamos a un gato, lo torturamos, lo matamos y luego nos lo follamos otra vez.
Y apunta el pirómano:
- Vamos a follarnos a un gato, lo torturamos, lo matamos, nos lo volvemos a follar y le prendemos fuego.
Se hace un repentino silencio y, mirando al masoquista, todos le preguntan:
- Y tú, ¿no dices nada?
A lo que el masoquista contesta:
- Miau.

 (“Extraído del Libro de la puta vida”)

Aún en los peores momentos de una situación de crisis, la gente tiende a suponer que, mientras tenga vida, hay partida y a pensar que igual pasado mañana le puede ir menos mal que antes de ayer. Pero la realidad es más que tozuda: ante la duda, nunca se le debe meter mano a la más tetuda, y la verdad, siempre es probable empeorar. Porque, salvo excepciones de muy contadas ocasiones, te empiezan dando por saco para después tocarte los cojones. Y, si estás de enhorabuena, ya metidos en faena, con más o menos disimulo, te acaban dando por culo. Pues nadie nace sabiendo y, cuando crees que has aprendido, ya no te dejan. Al final, cuando te vas a poner al tema, no vales ni para tirar de la cadena. Por eso, aunque veas que ellos roban mientras que tú pagas, no des la batalla por perdida porque entonces seguro que la cagas y recuerda que casi todo tiene cabida y casi siempre hay más de una salida. Así es que, hagas lo que hagas: ponte bragas.

jueves, 30 de agosto de 2012

TENER UN HIJO

El verano pasado mi hijo cumplió cuatro años y, al soplar las velas, mi mujer y yo le dijimos:
- Cariño, pide un deseo. A ver, ¿qué has pedido?
Y el niño, mirándonos todo ilusionado, contestó:
- Una playstation o un hermanito.
Mi mujer y yo nos miramos, y dijimos:
- ¡Joder!, la playstation son ochenta mil.
Así que fuimos a por la parejita. Si lo llego a saber, va ella sola. Hay que ver lo rápido que se queda embarazada una novia, y lo que cuesta dejar embarazada a tu mujer…
¡Es verdad! Tú llevas un mes saliendo con una chica, estás parado, les caes mal a sus padres, no te quitas el condón ni para ducharte… y la dejas embarazada a la primera.
Ahora, como vayáis a por el niño… Es más fácil sacarla de España de tanto empujar, que dejarla embarazada. Eso sí, os ponéis los dos muy melosos: velitas, incienso, música de ambiente…, porque piensas:
- “Vamos a hacerlo con mucho cariño para que sea fruto del amor”.
Pero después de seis meses sin que se quede embarazada, dices:
- “A ver si va a ser mejor que sea fruto de un polvo”.
Sí, porque pasa como en el fútbol. Jugar bonito le gusta a todo el mundo, pero lo que cuenta es meter gol.
Así que vais a consultar al ginecólogo, y el tío te dice:
- Esto es normal. Tenéis que insistir más.
Total, que te receta los polvos como si fueran Frenadol.
- Tres al día cada ocho horas.
Y cuando llevas dos meses a ese ritmo, te quieres morir. Lo peor es la semana de la ovulación porque, por lo visto en esos días sube la temperatura, y eso aumenta la fertilidad.
Así que mi mujer está todo el día con el termómetro. Y claro, de repente, estás en medio de una reunión y suena el teléfono:
- Cariño, me ha subido. Vente corriendo. Tiene que ser ahora mismo.
Y a ver cómo se lo explicas a tu jefe:
- Mire, me tengo que ir porque a mi mujer le ha subido la temperatura.
- ¿Y no puede atenderla un médico?
- Hombre, preferiría que el niño fuera mío.
Llegas a casa y te la encuentras ya desnuda y preparada, que dices:
- ¡Jo, yo así no puedo! Esto es como comer pipas peladas.
Y es que ella no piensa en otra cosa. ¡Coño, que parece un tío!
Yo me siento como una máquina. Vamos que, cuando terminamos, me dan ganas de decirle:
- ¡Su espermatozoide, gracias!
Y, encima, todo el mundo te da consejos:
- “Hacedlo en la postura del misionero, con la luna llena; que ella se ponga un cojín debajo y después de hacerlo se pegue media hora tumbada con los pies en alto”.
¡Joder! Es la primera vez que soy yo el que tiene que decirle a ella:
- ¡Aguanta, aguanta un poco más!
Al final, cuando vimos que no había forma, volvimos al médico, y va y me dice:
- Bueno, pues lo mejor va a ser que se haga un análisis de semen, porque puede que tenga usted pocos espermatozoides.
Y tú piensas:
- “Seis meses a seis polvos diarios… ¡Lo que me extraña es que me quede alguno!”.
Y el médico:
- Aunque también podría tratarse de astenospermia, o sea, lo que se conoce como espermatozoides vagos.
Y mi mujer:
- ¡Pues va a ser eso! Porque se pasa el día tocándose los huevos.
Y el otro:
- Usted no se preocupe, que si es eso, podemos extraerlos e implantarlos en el óvulo.
¡Sí hombre! Una cosa es que sean vagos, y otra ponerles taxi para recorrer doce centímetros.
Y el médico:
- Es que esto es muy difícil. Tenga en cuenta que de millones de espermatozoides sólo puede ganar uno.
¡Mira, como en Gran Hermano! El caso es que tienes que hacerte el análisis. Te meten en una habitación con un vasito y un montón de revistas porno, y te sientas allí a ver si se anima. Pero estás mirando un montón de fotos de tías en pelotas y lo único que piensas es:
- “Fíjate ésta… con las caderas tan estrechas va a tener problemas en el parto. Y esta otra… con toda la silicona que se ha metido, ¡a ver cómo amamanta al niño!”.
Y además, mi mujer pregunta desde fuera:
- ¿Has terminado ya? ¡En casa no aguantas tanto!
Al final, con más voluntad que otra cosa, consigues llenar el vasito. Pero luego te pasas toda la semana jodido mientras esperas los resultados. Y lo peor de todo es que empiezas a dudar de que el niño que ya tienes sea tuyo. Miras al niño y piensas:
- “De acuerdo. Es clavado a mí pero yo tengo una cara muy corriente”.
Y te acuerdas de la insistencia de tu mujer en ponerle Alejandro. ¿Qué pasa, que Santi no es bonito? Y ya para colmo, es cuando llega tu suegra y le dice:
- ¡Qué niño tan listo! ¿A quién habrá salido?
Que ahí ya dices:
- ¡Coño, es verdad! A ver si tampoco va a ser de mi mujer.
De pronto, reaccionas:
¡Joder, me estoy emparanoiando! ¡Es mío!
Hay que tener en cuenta que, en aquel tiempo, dejarla embarazada era más fácil: yo estaba en paro, mis suegros me odiaban y me ponía condón. ¡Lo teníamos todo a favor!
Al final, nos dieron los resultados y no me pasa nada. Lo que tengo es estrés.
Así que le he comprado la play al niño, para ver si jugando me relajo un poco.

(“Extraído del Libro de la puta vida”)

A poco que nos fijemos, resulta controvertido observar que el tiempo nos cunde menos cuando creemos que más podemos, que cada vez es más lo que ignoramos por más que nos empeñemos en estar bien informados, o que nos volvemos más desafectados cuanto mayor es el número de sensaciones experimentado. Y eso nos lleva a estar constantemente ensayando nuevos personajes y cambiando de chaqueta que no de traje, lo cual, en lugar de dejarnos satisfechos, nos seduce primero hacia el desencanto y, más pronto que tarde, nos sumerge en la indiferencia. No se trata de reivindicar un antes en el que supuestamente se vivía mejor, entre otras razones, porque no es cierto mas que en el anhelo de aquéllos que no tienen cojones para enfrentarse a un ahora que les desborda y les hace tener visiones. Lo que pasa es que nos quedamos apollardaos ante el escaparate de todo lo que podemos elegir y olvidamos que lo principal es saber hacerlo, pues nadie puede querer recuperar algo que no siente que ha perdido y ningún tonto se ha quejado nunca de serlo. Así que no les debe ir tan mal.

martes, 1 de mayo de 2012

LA JUERGA

Una noche, dos amigas salieron de juerga solas, o sea, sin sus maridos. Y al regresar de madrugada, agotadas por la borrachera, les entraron ganas de hacer pis, pero lo único que había cerca era un cementerio. Sin pensárselo dos veces, decidieron entrar y hacerlo allí. Al no encontrar con que secarse, la primera usó su ropa interior y la tiró. La segunda agarró la cinta de una corona de flores del último funeral y se limpió con ella.
A la mañana siguiente, los dos maridos se encuentran y uno le dice al otro:
- ¡Esto es el colmo! Mi mujer llegó anoche a casa sin bragas a las cuatro de la mañana.
A lo que el otro contestó:
- ¡No sé de qué te quejas!. Tu mujer tan sólo llegó sin bragas. La mía vino con una tarjeta en el culo en la que se leía: “Nunca te olvidaremos. Con cariño, tus compañeros de trabajo”.

(“Extraído del Libro de la puta vida”)

A pesar de los muchos avances experimentados por este mundo nuestro tan cambiante, hay algún que otro interrogante al que ni la ciencia ni la historia han dado hasta ahora una respuesta satisfactoria. A saber: ¿por qué no hay fútbol los viernes? La conclusión a la que he llegado en este punto, después de calentarme un poco la olla, es que, de no ser así este asunto, ¿cuándo se folla?. Pero hay una segunda cuestión que tiene más difícil solución: ¿por qué la mayoría de las mujeres cuando quieren ser madres se empecinan con casarse si para esos afanes ya no es socialmente necesario emparejarse?. No hace falta leer sino que basta con abrir los ojos para ver que las relaciones de pareja son asimétricas esencialmente y, por tanto, nada rentables afectiva y económicamente pues la diferencia entre lo que se invierte y lo que reportan, siempre arroja un saldo negativo irremediablemente. En consecuencia, están abocadas al fracaso, a modo de conformidad en un nivel funcional, si es el caso, y bajo la forma de ruptura desde una óptica estructural ya que, como se suele decir, hay matrimonios que acaban bien pero otros duran toda la vida y, aunque unos se casen por lo civil y otros por la iglesia, todos lo hacen por idiotas. Así que, y sólo para esta ocasión, aquí va mi recomendación: cuando no te entre…, no lo obligues, coge un martillo más grande y verás como lo consigues.