sábado, 26 de diciembre de 2009

EL COMPOSITOR

Un hombre, que pasaba por delante de una tienda, vio que vendían allí dos loros, encerrados en la misma jaula. Uno era muy bonito y cantaba estupendamente, mientras que el otro estaba en un estado lastimoso y permanecía mudo. El primero valía cincuenta yens y el segundo tres mil.

El hombre, asombrado por la diferencia de precio, le dijo al comerciante:

- ¡Deme el loro de cincuenta yens!

- Imposible, señor, respondió el vendedor. No puedo vender los dos pájaros por separado.

- ¿Pero… por qué? ¿Cómo explica usted semejante diferencia de precio? Pues el más feo cuesta infinitamente más que el bonito y, además, no canta. Eso es absurdo.

- ¡Ah, no se equivoque usted, señor! El loro que encuentra usted feo es el compositor.

(“La sabiduría de los cuentos” A. Jodorowsky)

¿Por qué un centímetro importa a quien posee también una vista corta o cuesta reconocer que uno se moja los zapatos aún sin llover, pero no alberga ninguna duda aquel al que, cuando despierta, todavía le saluda?. El perro con su ladrido intenta disimular un tamaño reducido; el hombre con sus necedades trata de ocultar la ausencia de cualidades; y la organización con su excentricidad busca desviar la atención de su falta de representatividad. La clave podría estar en la imperiosa necesidad que todos tienen de aparentar, sabiendo que lo fundamental no es tanto alardear como que no se note aquello que se quiere tapar. Por tanto, si lo que haces no brota desde lo más profundo, por buenas que sean tus intenciones, sólo te engañas a ti mismo ya que la mitad de una piedra siempre es otra más pequeña, la mitad de un adiós a veces es un «hasta pronto» y la mitad de una persona nunca es su media naranja, sino su ombligo.

lunes, 21 de diciembre de 2009

EL CONSOLADOR

Un individuo se encontró por casualidad con un amigo al que no había visto desde hacía bastante tiempo.

- ¿Cómo estás?, le preguntó entusiasmado.

El otro bajó la cabeza y, entre sollozos, respondió:

- Y ¿cómo quieres que esté? Acabo de enterrar a mi padre.

El hombre, tratando de animarlo, le dijo:

- No te preocupes. Si igual, ni era.

(Relato extraído del Libro de la Vida)

No es casual sino causal que los desocupados estén preocupados y que los ocupados parezcan más despreocupados. Pero, ¿por qué siempre hay que valorar que algo sea malo, bueno o regular? ¿por qué es obligado elegir entre lo que se cree que es lo mejor, lo peor o un mal menor? ¿por qué posicionarse en contra o a favor de todo o de nada, de una idea cualquiera o de otra determinada? La alternativa a esos frentes sociales o populares que surgen de una encuesta que recaba la opinión de la gente que no sabe pero sí contesta, puede ser una abstención existencial que no exija como condición tomar partido por alguna opción, eso sí, siempre que no se sufra el síndrome del artista, que consiste en disfrutar cuando el que te da por detrás se autocalifica como progresista y hacerse la estrecha si el que te encula se sitúa ideológicamente a la derecha. Y es que, a diferencia de lo que se suele pensar, la última palabra siempre la tiene el eco.

jueves, 3 de diciembre de 2009

EL BESO

Un individuo, al regresar a casa después de un día de duro trabajo, fue recibido por su mujer y su hija de tres años.

- ¿No hay un beso para papá?

- No.

- Me avergüenzo de ti. Papá está todo el día trabajando duro para traer dinero a casa, ¿y éste es el pago que le das? Ven aquí; a ver, ¿dónde está ese beso…?

Mirándole a los ojos, la preciosa criatura de tres años le dijo:

- ¿Dónde está el dinero?

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Por más que resulte chocante o suene a materialista, las relaciones afectivas a menudo son vividas cuales transacciones comerciales, y pueden ser entendidas como desinteresadas, tan sólo a primera vista, pues cuando ya no responden a las expectativas, se tornan en indiferentes, si no enfrentadas. La manera natural de ser humano se basa en la necesidad, la cual casi siempre suele ir acompañada por otra cualidad que se llama necedad. ¿Qué mérito tiene entonces ofrecer cariño, si se entrega a cambio de otro amor que ya es correspondido? Por eso, más relevante que sentirse querido es el ser valorado y, a la par, reconocido pues, a diferencia de amar, el respeto es algo que, con mucho o poco dinero, nadie puede comprar. Quizás, al igual que el pez se da cuenta del agua al salir de ella, las personas son capaces de valorar lo felices o desdichadas que han sido cuando dejan de serlo. Así que, si Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, a lo mejor es que, sin ánimo de molestar, a veces, no es de confianza.