martes, 24 de marzo de 2009

LA CONFESIÓN

Una mujer muy religiosa le dijo al Maestro que había tenido que confesarse aquella misma mañana.

- No puedo imaginarte cometiendo un pecado grave, dijo el Maestro. ¿De qué te confesaste?

- De que un domingo no fui a misa por pereza; de que una vez maldije contra el jardinero; y de que otra vez eché de casa a mi suegra durante una semana.

- Pero eso fue hace cinco años, ¿no es así? Seguro que desde entonces ya te habías confesado…

- Así es. Pero lo repito cada vez que me confieso porque me gusta recordarlo.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Nadie consigue parar el tiempo por más que se empeñe en conservar unos recuerdos que solamente subsisten como pelusas en los rincones de la memoria. Pero, aunque no se pueda cambiar el pasado, conviene que sea enmendado pues no tiene ningún sentido aferrarse a los errores cometidos. Por eso, no me pesa lo que he sido ni me arrepiento de lo que ahora soy, pero sí de muchas de las cosas que he hecho y de casi todo lo que he dejado de hacer. Y, todavía hoy, me sigo preguntando de dónde coño sacará las pelas la luna para salir todas las noches.

miércoles, 18 de marzo de 2009

EL CARACOL

Un caracol emprendió la ascensión a un cerezo en un desapacible día de finales de primavera. Al verlo, unos gorriones que se hallaban en un árbol cercano estallaron en carcajadas. Y uno de ellos le dijo:

- ¡Oye, tú, pedazo de estúpido!, ¿no sabes que no hay cerezas en esta época del año?

El caracol, sin detenerse, replicó:

- No importa. Ya las habrá cuando llegue arriba.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

La búsqueda inmediata de resultados puede hacer que apenas nos movamos por el temor que nos produce el fracaso y que no tengamos en cuenta que quien camina sin rumbo siempre llega a alguna parte. Es preferible la soledad asocial que brindan las alturas que el aislamiento comunal que imponen las llanuras porque yendo sola es posible que te encuentres con todos mientras que si alternas con muchos corres el riesgo de perderte tú misma. Por eso, no quiero que me traten como igual, prefiero ser libre y, si volviera a nacer, aunque suene hortera, no me importaría ser rica o famosa, sino felizmente soltera.