Cuando le preguntaron a Mulla Nasrudin:
- ¿Dónde está tu oreja izquierda?, él se pasó el brazo derecho por encima de la cabeza y, tocándose la oreja, dijo:
- ¡Aquí está!
- Pero ¿por qué haces eso? ¿No sería más sencillo tocarte con tu mano izquierda la oreja que está del mismo lado?
- Efectivamente, sería más sencillo, replicó él, pero si lo hiciera como todo el mundo, entonces ya no sería yo.
(“La sabiduría de los cuentos” A. Jodorowsky)
A menudo, el comportamiento que esperamos que tengan los demás responde tan sólo a la imagen que nos hemos creado de ellos y no a cómo son real y únicamente. Entonces, ¿cómo se puede obrar en consecuencia cuando la conciencia trata de ser hipócritamente manipulada? Y, ¿cómo se va a asumir como propio algo que no es sino la proyección de un prejuicio o de una frustración? Por eso, aunque sea lógico que a los sordos les parezcan locos los que bailan, bienaventurados aquellos que no son tan normales porque pueden hacer lo que les dé la gana.
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