lunes, 18 de febrero de 2008

LA NOVIA DEL VIAJANTE

El Maestro conversaba con una joven que acababa de hacerse novia de un viajante de comercio:
- ¿Es un hombre atractivo?, le preguntó el Maestro.
- Bueno… No especialmente, respondió ella.
- ¿Tiene mucho dinero?
- Si lo tiene, yo no lo he visto…
- ¿No tiene vicios ni malas costumbres?
- La verdad es que fuma y bebe mucho más de lo que debiera.
- ¡No te comprendo! Si no tienes nada bueno que decir, ¿por qué te casas con él?
- Porque se pasa la mayor parte del tiempo viajando. De este modo, tendré la satisfacción de estar casada sin tener que soportar la carga que supone un marido.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Es posible que la mayoría de las personas basemos nuestras relaciones más en la cantidad de los momentos que en la calidad de los encuentros y nos olvidemos de que el afecto no se puede expresar en términos matemáticos: el orden de los factores sí altera el valor del producto pues no es lo mismo añorar el tiempo que hemos perdido que lamentarnos porque hemos perdido el tiempo. No obstante, quizás el cariño se pueda entender a partir de algunos principios económicos ya que se trata de un bien escaso que se gasta en la rutina de los numerosos momentos pero que, a su vez, puede fortalecerse con la frescura de intensos encuentros. Y a lo mejor, si se quiere menos, se puede hacer durante más tiempo, o no. En cualquier caso, si somos unos hipotecados afectivos, pues que le den al euribor por donde amargan los pepinos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Oye Burka! ¿Cómo se entendería entonces el que a veces sientas que tu mayor muestra de cariño hacia los que amas es apartarte de su camino?