domingo, 27 de abril de 2008

INSOMNIO

Una noche, Nasrudin no paraba de dar vueltas en la cama.
- ¿Qué te pasa?, le preguntó su mujer. ¿Por qué no duermes?
Nasrudin le confesó que no tenía las siete monedas de plata que debía pagarle al día siguiente a su vecino Abdullah, lo cual le preocupaba tanto que le impedía dormir.
Su mujer se levantó, se echó encima una bata, salió a la calle y se puso a llamar a gritos a Abdullah, hasta que éste se asomó a la ventana, frotándose los ojos de sueño, y preguntó:
- ¿Quién me llama? ¿Qué diablos ocurre?
La mujer le dijo:
- Sólo quiero que sepas que no vas a cobrar mañana tus siete monedas de plata, porque mi marido no las tiene.
Dicho lo cual, la mujer regresó a casa y le dijo a su marido:
- Duérmete, Nasrudin. Ahora, que se preocupe Abdullah.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Con el paso del tiempo, mal que nos pese, todos dejamos atrás la infancia pero no por ello nos olvidamos de cómo jugar. Y es que nuestras relaciones se reducen con frecuencia a una sucesiva representación de papeles, de modo que unas veces llevamos la voz cantante mientras que, en otras ocasiones, las más, desempeñamos un rol secundario, adaptado, e incluso, dependiente. En la vida, al revés que en las películas, el protagonismo no es para el villano que agrede ni para el héroe que redime. Ambos necesitan a la víctima, que es el actor principal y está determinada por los dos, porque sin ella no hay argumento y la existencia no tiene mucho fundamento, ya que la naturaleza humana se compone de un poco de dicha y algo más de sufrimiento. En cualquier caso, lo importante es, llegado el momento, romper la baraja y ser capaces de reflejar a los demás sin proyectar en ellos nuestras frustraciones y sin que se sientan criticados. Y cuando no pueda ser, no está de más, aunque estemos resfriados, tener unos hielos al lado.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ojala se pudiera solucionar el insomnio con un par de gritos y poder dormir como un bebé

un saludo

bea_ankh

edu dijo...

Los hielos pueden venir bien, pero no creo que sean remedio ante determinadas circunstancias...
por otro lado, los conflictos traen siempre más víctimas que heroes o villanos.
¿por que hay guerras cuando es tan fácil buscar soluciones pacíficas?

Ângelo dijo...

Y,¿cómo darte cuenta que no estás proyectando sobre los demás tus frustraciones? Normalmente es algo que hacemos inconscientemente. Resulta muy facíl cargar a los demás con lo que no somos capaces de cargar nosotros.
Lo de los hielos no me parece mal, me preocuaría u poco si en lugar de hielos fueran peces

edu dijo...

a alguno los peces le dan pánico, tengo entendido...