miércoles, 28 de noviembre de 2007

RESIGNACIÓN

Un sacerdote acudió a consolar a una viuda por la muerte de su marido.
- ¿Ha visto lo que me ha hecho su Dios?, vociferó la mujer.
- A Dios no le agrada la muerte, hija mía, replicó el clérigo, sino que le resulta tan lamentable como a ti.
- Entonces, ¿por qué la permite?
- No hay forma de saberlo, porque Dios es un misterio…
- Entonces, ¿cómo sabe usted que la muerte no le agrada?, preguntó la mujer.
- Bueno…, realmente… digamos que…
- ¡Cállese!, gritó la viuda, y no meta a Dios en esto.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

¿Cómo se entiende que a unos nos cueste tanto saber lo que queremos en algunas ocasiones y a otros, en cambio, les resulte tan ordinariamente fácil interpretar lo que llaman “la voluntad de Dios”? ¿Será porque la resignación es una virtud católica pero no es una actitud humana ni cristiana? Merece la pena no malgastar energías lamentándose y dedicar los esfuerzos e ilusiones a buscar otras formas más creativas de afrontar los problemas. Por eso, en lugar de resignarse es mejor «reasignarse».

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡¡¡ole tus cojones!!!!!

Anónimo dijo...

" He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!"

(Lc 12,49)

edu dijo...

"Merece la pena no malgastar energías lamentándose y dedicar los esfuerzos e ilusiones a buscar otras formas más creativas de afrontar los problemas"

Esta es la frase, sin ninguna duda.