miércoles, 21 de noviembre de 2007

FE

El peregrino loco y su amigo no pudieron evitar escuchar las palabras que aquel sacerdote de la sotana estaba dirigiendo a un nutrido grupo de jóvenes, mientras esperaban la cena en el albergue. El tema tratado era el de la castidad, y al peregrino loco no se le escaparon las miradas y sonrisas que, a hurtadillas, iban esbozando los jóvenes aquí y allá.
Al terminar la cena, el peregrino loco y su amigo salieron fuera del albergue para refrescarse bajo la noche estrellada.
- ¿Qué te ha parecido la charla que el cura les ha dado a los chavales?, preguntó el amigo.
El peregrino loco levantó los ojos al cielo antes de responder.
- Me ha parecido que es una cuestión de fe, dijo al fin.
- ¿Quieres decir que hay que aceptar y creer por fe lo que el cura les decía a los chicos?
- Todo depende de lo que entiendas por fe, respondió el loco sin dejar de mirar a las estrellas.
El amigo levantó una ceja antes de volver a preguntar:
- ¿Y qué entiendes tú por fe?
El peregrino loco se volvió hacia su amigo con la más irónica de sus sonrisas y le dijo:
- La fe es lo que nos da Dios para poder entender a los curas.

(“El peregrino loco” Grian)

Uno de los motivos por los que nos cuesta tomar decisiones es que pensamos que hay que mantenerlas a toda costa para ser creíbles ante nosotros mismos y ante los demás. Creemos que ser coherentes es un valor y no nos damos cuenta de que esa actitud hace difícil el cambio y nos vuelve intransigentes pero no nos lleva a actuar en consecuencia. Lo importante no es la autenticidad sino la felicidad. De lo contrario, corremos el riesgo de convertirnos en unos desdichados auténticos o, lo que es peor, en unos auténticos desgraciados.

3 comentarios:

edu dijo...

Al terminar de leer el cuento me he reído; pero luego he leído la "interpretación" y me ha dejado pensativo.
Por un lado parece poco menos que obigatorio el ser consecuente con lo que se hace. Al menos a dia de hoy es poco menos que una obligación social. Pero si eso nos trae problemas (porque nos vuelve intransigentes) entonces solo queda 1 salida. Que a muchos les parece todavia humillante, pero que quizás sea realmente el camino a la felicidad: La salida que queda es la del reconocimiento del error.

Anónimo dijo...

No todos se atreven a ser felices. Pero qué envidia dan los que lo logran.

Anónimo dijo...

Tomar una decisión siempre es muy difícil, y además nunca llegamos a saber si fue la acertada o no. Pero aún es más difícil arriesgar porque siempre tenemos miedo a perder lo que ahora queremos, tenemos y valoramos.
Nos resulta más cómodo vivir en la seguridad de lo que conocemos(aunque no sea lo mejor y nos haga daño) y no somos capaces de mirar más allá.