domingo, 21 de agosto de 2011

LA CERVEZA

Un hombre entró en un bar y pidió una cerveza. Al acabar de beber, sacó una foto del bolsillo, la miró y pidió otra. Cuando ya llevaba cuatro cañas, el camarero, intrigado, le preguntó: 
- ¿Por qué, después de cada cerveza, mira la foto?. 
El hombre contestó: 
- Es la foto de mi mujer y, cuando empiezo a verla guapa, comprendo que es la hora de volver a casa.

(“Extraído del Libro de la puta vida”)

A pesar de que suene a obviedad, lo que podría ser nunca coincide con lo que es en realidad. De este modo, tal y como están las cosas, me inclino a pensar que cada vez somos más los que sobrevivimos un tanto acojonados pero no nos reconocemos en la masa de «indignados» y, aunque no renunciamos a una buena tapa, tampoco nos emocionamos con «la juventud del papa». Unos y otros se muestran como signos evidentes de una sociedad adolescente y a los cuales, en cuatro días, probablemente, se les habrá pasado, con perdón, la tontería: las calles recuperarán su particular monotonía y las iglesias continuarán vacías. Yo creo que hay un mundo mejor pero debe ser carísimo. Por eso, huye muy lentamente de las tentaciones para que puedan alcanzarte, porque lo triste no es ir al cementerio sino quedarte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que conste que es mucho peor cuando en vez de mirar la foto de tu mujer, miras tu cara en el espejo del bar... os lo digo yo.