jueves, 3 de diciembre de 2009

EL BESO

Un individuo, al regresar a casa después de un día de duro trabajo, fue recibido por su mujer y su hija de tres años.

- ¿No hay un beso para papá?

- No.

- Me avergüenzo de ti. Papá está todo el día trabajando duro para traer dinero a casa, ¿y éste es el pago que le das? Ven aquí; a ver, ¿dónde está ese beso…?

Mirándole a los ojos, la preciosa criatura de tres años le dijo:

- ¿Dónde está el dinero?

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Por más que resulte chocante o suene a materialista, las relaciones afectivas a menudo son vividas cuales transacciones comerciales, y pueden ser entendidas como desinteresadas, tan sólo a primera vista, pues cuando ya no responden a las expectativas, se tornan en indiferentes, si no enfrentadas. La manera natural de ser humano se basa en la necesidad, la cual casi siempre suele ir acompañada por otra cualidad que se llama necedad. ¿Qué mérito tiene entonces ofrecer cariño, si se entrega a cambio de otro amor que ya es correspondido? Por eso, más relevante que sentirse querido es el ser valorado y, a la par, reconocido pues, a diferencia de amar, el respeto es algo que, con mucho o poco dinero, nadie puede comprar. Quizás, al igual que el pez se da cuenta del agua al salir de ella, las personas son capaces de valorar lo felices o desdichadas que han sido cuando dejan de serlo. Así que, si Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, a lo mejor es que, sin ánimo de molestar, a veces, no es de confianza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y no cabe la opción de dar cariño sin esperar nada a cambio?

Anónimo dijo...

y no cabe la opción de dar cariño,reconocimiento y respeto al mismo tiempo como prueba de auténtica compenetración-amor-enamoramiento con el otro?