domingo, 22 de febrero de 2009

EL MILLONARIO

Un vendedor callejero llegó a hacerse millonario y, en lugar de firmar los cheques con su nombre, los firmaba con dos cruces, porque el tipo era analfabeto.

Un día, el banquero se sorprendió al ver que en un cheque había tres cruces.

- Es la firma de mi mujer, que tiene ciertas pretensiones sociales – explicó el millonario.

- La segunda cruz es mi primer apellido.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Con frecuencia, la gente deja de decir la verdad a los demás no porque pretenda engañarles sino para enmascarar la realidad ante sí mismos, pues no está claro si aquélla coincide precisamente con lo que los otros quieren oír o, por el contrario, se aproxima más a lo que una piensa que deben creer, ya que la verdad de una se ajusta a su propia realidad de tal manera que lo que se considera como real es lo que se tiene por verdadero. Y es que cuando alguien no está dispuesto a aceptar lo que le ocurre, se imposibilita para poder cambiarlo porque malgasta sus fuerzas en conseguir reprimirlo. Por eso, no os cuento ninguna trola si os digo que, para deprimirme, me basto sola.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vale, Burka, de mujer a mujer: veo dos pasos en tu reflexión: uno es que aceptemos la realidad y lo segundo es que queramos contarlo ¿me equivoco?

En lo primero no puedo ayudarte. En lo segundo...