domingo, 11 de enero de 2009

EL PIANO

Un hombre que pretendía infundir a sus hijos el gusto por la música, decidió comprarles un piano.

Cuando aquella noche llegó a su casa, encontró a sus hijos contemplando el piano absolutamente perplejos. Y, al ver a su padre, le preguntaron:

- ¿Cómo se enciende?.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Cuando una se topa con determinados sujetos que tienen mucho verbo pero ningún predicado, le da por pensar que tal vez el buen Dios no dejó de currar porque estuviera cansado sino que, al ver la chapuza que había resultado, se quedó sin más paralizado. Y si no, ¿cómo es que algunos adolescentes de ahora, de cualquier edad y condición, parecen y realmente son infinitamente más estúpidos que los de antes? ¿Acaso la coincidencia del estadio evolutivo con la misma etapa de desarrollo de la sociedad actual está llevando la imbecilidad hasta límites insospechados? Es posible que el ser humano, supuestamente racional, pertenezca a una especie amenazada, o probablemente (¡vaya putada!) nunca haya existido como tal. Así que, ¡a disfrutar! aunque sea sin cenar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Burka:

Sólo una cosa es infinita entre los humanos: la estupidez.

El problema es cuando se convierte en patrimonio de toda la humanidad y no sólo de algunos grupos específicos.

Pero no te preocupes, cuando todos nos volvemos imbéciles... nadie lo es.

Fíjate tú, una perra que cuenta...

Pe. Ângelo (Ángel D.) dijo...

Me da la impresión, Burka, de que te estás haciendo mayor. Por eso no entiendes a los adolescentes y te parecen por eso más estúpidos.
Aúnque tal vez tengas razón y sean más estúpidos de lo que eramos antes por que si son más precoces en muchos otros aspectos, ¿por qué no lo van a ser en este? Quiero decir, que la estupidez no es patrimonio de los más jóvenes y, tarde o temprano, todos pasamos por esa etapa.
De todas formas, me parece que o estás un poco resentida con la especie humana o realmente tienes razón o tu dueño no te a tratado ultimamente con cariño... Espero que no sea lo último...