domingo, 9 de noviembre de 2008

AGENCIA MATRIMONIAL

Un individuo acudió a una agencia matrimonial.

- ¿Es aquí donde hacen bodas?, preguntó.

- Sí, aquí es.

El tipo tomó entonces una fotografía de una hermosa joven de veinticinco años y dijo:

- Me quedo con ésta.

- Lo siento, señor, pero no puede ser. Tiene usted que llevarse a esta otra dama, le dijo el director de la agencia, a la vez que le mostraba la fotografía de una mujer de cincuenta años.

- ¿Y por qué he de quedarme con ésa?

- Por razones de antigüedad, contestó el director.

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

Nada es bueno ni malo, mejor o peor porque sí y, de un modo u otro, todo lo que es ha empezado alguna vez y no hay razón para que sea siempre de la misma manera pues el hecho de creer en algo no lo convierte sin más en verdadero. No obstante, las personas acostumbramos a generar absolutos, y eso resulta especialmente delicado en las relaciones interpersonales y en las cuestiones de carácter ético o moral, ya que la elección de unos acaba convirtiéndose en una imposición para otros. Es preciso aprender a deconstruir la realidad haciendo posible que el vicio y la virtud puedan ser contenidos intercambiables porque, puestos a comparar, si te has de emparejar, da igual la modalidad, te tiene cuenta …….… o pagar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué extraño se me hace, Burka, oirte hablar de emparejar!
Ya era hora, porque te empiezas a hacer vieja.
Y además siguiendo tu consejo de hoy, échale ovarios y deconstruye tu realidad para que lo que fue, deje de ser y lo que no había comience a existir.

Y yo lo celebro contigo, claro.

Anónimo dijo...

Por supuesto que creer en algo no lo convierte en verdadero, aunque tampoco lo niega. Te doy la razón en lo de los absolutos porque lo he practicado y lo sufro muchas veces. La imposición no es muy buen camino.
Me cuesta más comprender lo de que la virtud y el vicio sean intercambiables. ¿No nos llevaría eso a un relativismo? Si es así, tampoco me convence mucho, porque puede ser peligroso, también a la hora de emparejarse, ¿no?