viernes, 26 de octubre de 2007

VISITA AL DENTISTA

Una mujer acudió por tercera vez a su dentista para que le redujera la dentadura, porque, según ella, «no le cabía».
- Si hago lo que usted me pide, le dijo el dentista, mucho me temo que la dentadura no va a encajar en su boca como es debido…
- ¿Quién ha hablado de mi boca?, exclamó irritada la mujer. ¡Donde no me cabe la dentadura es en el vaso!

(“Un minuto para el absurdo” A. De Mello)

A menudo, para justificar nuestro comportamiento, elaboramos retorcidos e increíbles argumentos que, en boca de otros, nos parecería que están fuera de toda lógica y nos olvidamos de que las excusas tan sólo convencen a los que no necesitan ser convencidos porque no hay nada de qué convencerlos.

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